martes, 4 de octubre de 2011

La venganza de la lechuza

Pues miren, sabemos una historia que no es cuento...

Trata de una señora nativa de un rancho situado por El Aguacate, en la hacienda Los Naranjos.

Recién casada, el marido le hace su jacal de dos aguas, con el techo detenido por unos troncos llamados latas. El techo es de hoja de caña de azúcar y la casa todavía está en pie. Vive ahí un ciego que todo los lunes va, al mercado de Morelos, para cantar y tocar la guitarra, a cambio de una monedas.

Bueno, un día, a ese jacal del matrimonio viene lechuza y hace nido en el mero techo, por dentro.

Pero a la señora no le gusta que otras críen, en su jacal ¡y le tumba el nido y los lechucitos! Tumba a los hijos del nido: los mata..

Y se va el pájaro... No dice ni canta nada.

Con el tiempo la señora tiene una hija que siempre juega, en una cuna hecha de madera de mezquite, con figuras de fuego.

Bueno, un día regresa lechuza y le saca los ojos a la niña: en venganza de su mamá le mató a sus hijos.

En estas rancherías todavía viven pájaros de esos... A nosotras nos toca verlos y oírlos seguido.

Aquí, todos los días al oscurecer ¡pasan lechuzas! No lechuzas simples como las aves del campo. No, gente transformada.

Cantan y chiflan cuando cruzan el cielo esos animales o personas; pero los silbidos y palabras que entonan nos son comunes y corrientes. Suenan como ruidos de un animal que cruza y ve al Más Allá. Gritos de una persona transformada en eso...

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